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ORACIÓN DE LOS POLÍTICOS

Jesucristo, Hijo de Dios Creador, Rey y Señor de la historia, Supremo Legislador, de quien emana y depende todo poder: nosotros, hombres y mujeres políticos católicos imploramos la ayuda de Tu Espíritu para el ejercicio de la política como ciencia, arte y virtud, para edificar la justicia social y el bien común.

Danos, Señor, la gracia de testimoniar, como Tomás Moro, la inalienable dignidad de la conciencia, sin abandonar la fidelidad a la autoridad y a las instituciones, para que sepamos afirmar con nuestra vida y con nuestra muerte que el ser humano no se puede separar de Dios, ni la política de la moral. Danos fortaleza para animar con el espíritu del Evangelio el orden temporal, respetando su naturaleza y su legítima autonomía. 

Enséñanos, Señor, a ser congruentes, para que sepamos promover la verdad moral objetiva e irrenunciable que implica: defender la vida humana y su dignidad desde la concepción hasta la muerte natural; tutelar a la familia fundada por un hombre y una mujer y protegerla en su unidad y estabilidad; reconocer la libertad de los padres en la educación de sus hijos; eliminar cualquier forma de esclavitud o discriminación de las personas; impulsar el derecho a la libertad religiosa; desarrollar una economía al servicio de la persona en un marco de justicia, solidaridad y subsidiariedad y trabajar incansablemente por la paz que es siempre "obra de la justicia y efecto de la caridad".

Te pedimos Señor, que nos enseñes a hacer Tu voluntad y que nos des Tu gracia para ser obedientes con nuestros superiores, comprensivos con nuestros colaboradores, solícitos con todas las personas y generosos con quienes se dicen nuestros enemigos; que sepamos tener prudencia al aconsejar, valor en los peligros, paciencia en las dificultades y sencillez en los éxitos. Muéstranos cómo hacer de la política un camino de santidad, para que nunca nos avergoncemos de Ti ante el mundo, para que Tú, Señor, no nos niegues delante del Padre.

Escúchanos, Señor, a fin de que nunca falte tu luz a nuestra mente, tu fuerza a nuestra voluntad y el calor de tu caridad a nuestro corazón, para que amemos en verdad a quienes servimos. Haz que un día, juntamente con aquellos a quienes tuvimos la misión de servir, podamos gozar de Ti bajo la mirada amorosa de Tu dulcísima Madre, María Santísima de Guadalupe, por toda la eternidad. Así sea.

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